Abrió la ventana y todo se llenó de luz, hasta las pelusas.
Las sillas pata arriba y la música que no hace otra cosa que sacudir su cabeza.
El agua corre y corre y corre. Como las horas, como los pies, como los deseos que corren.
Todo vuela. El polvo. La sábana blanca. La ropa color sujeta en la soga.
Y las ideas se hicieron puré en los platos servidos a la mesa.
El orden se acomoda mientras su caos es hogar. Y su novela, tan real como para un llanto ficticio, termina sollozada en los cuadritos del mantel.
Todas las flores del jardín no esperan sus aguas y ella es río en la flor que es hace esperar.
"Acá no hay orden sino habría que detener el tiempo"
Se dice de mí...
He dicho...
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1.4.09
Etiquetas: escritura, libre albedrío
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